Heridas emocionales de la infancia

Nuestra historia personal tiene circunstancias vividas que dejaron una huella en la manera que entendemos y experimentamos el mundo. Tuvimos eventos que generaron un impacto emocional, reforzando aspectos de nuestra personalidad, favoreciendo o limitando nuestra autoestima, auto-concepto y el valor que vemos en nosotros mismos.

Las heridas emocionales desarrolladas en nuestra infancia, determinan en cierto modo nuestra calidad de vida cuando somos adultos. A temprana edad, probablemente no poseíamos las herramientas y estrategias personales para entender algunos acontecimientos y lidiar con ellos. Por eso, esas lesiones quedaron en nuestro corazón como heridas mal curadas que nos impiden llevar una existencia plena a pesar de ser adultos, y cuanto más tiempo tardemos en sanarlas más profundas se harán.

La ignorancia sobre las heridas emocionales, unida al miedo de revivir nuestro dolor, nos condiciona y no nos permite ser nosotros mismos. Esto nos ha hecho interpretar un papel en nuestra vida que no corresponde ni favorece el desarrollo de nuestro ser.

Si llegaste hasta aquí y tienes en tus manos el Cuaderno del Despertar, te sobran las ganas de conocerte, mejorarte y sanarte, así que comencemos.

Este ejercicio que te propongo ahora, es fundamental para dejar de enmascarar tus heridas. Porque es necesario sacarlas a la luz y mirarlas de cerca, aunque duelan. El permitirnos sentir ese dolor desde nuestro YO ADULTO, será lo que nos permitirá resignificar nuestra historia.

Independientemente de qué tan duras o traumáticas hayan sido nuestras vivencias. Todos poseemos la capacidad de REINVENTARNOS, y eso sólo depende de ti.

Según Lisa Boubeau, podemos identificar cinco heridas que se pueden desarrollar durante nuestra infancia:

Herida de Abandono: Esta es una de las primeras heridas emocionales que se originan en nuestra historia y es una de las más importantes.

Para padecer esta herida, no necesariamente tuvimos que ser abandonados literalmente por nuestros padres, sino que basta con el hecho de haber vivido una situación que nuestro niño la interpretó como un abandono o en la cual se sintió desamparado.

Suele producirse cuando de niños nos sentimos solos, poco valiosos para otros y no protegidos por aquellos adultos que se supone nos debían cuidar.

Generalmente se genera con el progenitor del sexo opuesto. La persona abandonada considera que no es querida y por eso se genera la mascara del dependiente. Entre más grande es la herida, mas grande es la máscara.

Como consecuencia, el niño que sufrió abandono, cuando sea adulto, buscará por todos los medios prevenir o evitar el hecho de volver a sufrir esa carencia. La soledad es el peor enemigo de quien vivió abandono en su infancia. Siente que debe complacer, ser lo que otros esperan, no decir lo que piensa, no poner límites.

Herida de Traición: Es un sentimiento de dolor, porque la vida y las personas no son como se espera. La herida de la traición surge cuando durante las etapas de nuestro desarrollo, los padres o responsables de nosotros no cumplieron una promesa, no nos brindaron la protección que necesitábamos o nos mintieron. Surge cuando nuestros padres a los que vemos como héroes que debían cuidarnos y amarnos, hacen todo lo contrario.

Como resultado, el niño que ha sufrido la herida de traición, cuando llega a la etapa adulta, le cuesta confiar en otros. Intenta controlarlo todo, siente baja autoestima porque no se siente merecedor de lo que otros tienen.

La mascara que el niño genera como modo de defensa es la máscara del controlador, para asegurarse la fidelidad o el cumplimiento de compromisos.

Herida de Rechazo: La herida del rechazo surge cuando el niño o la niña se siente rechazado en su derecho a existir. Se puede presentar incluso antes del nacimiento a través de lo que sintió su madre cuando estaba embarazada. Puede ser originada por experiencias o percepción de no ser aceptado por el entorno.

Ese sentimiento provoca autodesprecio, porque la persona que queremos, a pesar de estar allí, no me atiende o no me permite el acercamiento. Esto genera un impacto muy grande en la autoestima y en la valía personal.  

Este rechazo a los demás puede verse en personas solitarias, que adquieren valor por medio de lo que hacen Tienen un mundo interno muy grande, suelen pasar mucho tiempo en sus diálogos mentales.

La mascara de protección es la mascara del huidizo, del evitativo.

Esta herida implica el rechazo a nuestro interior, a nuestras vivencias, pensamientos y sentimientos, lo que la convierte en una de las heridas emocionales más profundas.

La persona huye constantemente a su derecho de existir. Se contrae físicamente y emocionalmente. Intenta no exponerse. No se dan derecho a ser ellos mismos.

Herida de Humillación: Cuando alguien tiene la herida de la humillación percibe que todo el mundo lo rebaja, lo compara. Esta herida se genera cuando en la niñez nos sentimos criticados o desaprobados por parte de padres que fueron muy estrictos.

El niño o la niña percibe que fueron humillados por uno o ambos progenitores. Siente que sus padres se avergüenzan de ella. Se siente rebajado y muy comparado. Es una herida que puede llegar a ser difícil de reconocer.

Puede que estas personas se hagan cargo de los otros porque así sientes que los otros les agradecerán. Pero al mismo tiempo reclaman para ser reconocidos por lo que hacen. La mascara que utilizan como forma de defensa es la del masoquista. Llegan a sentir un poco de placer incluso con el sufrimiento.

Generalmente la relación con su mama es de fusión, Siente que quiere apoyarla pero termina cargándola.

Es una persona que se considera que vale menos, por tanto construye un caparazón en su cuerpo.

Herida de Injusticia: La persona que sufre esta herida no se siente apreciada ni reconocida por los demás. Esta herida surge normalmente entre los 2 y 5 años y se da con el progenitor del mismo sexo o con mi cuidador o cuidadora. La relación se vive como una relación fría, con una incapacidad de expresarse. Se siente que el padre o la madre esta siendo autoritario, crítico o demasiado intolerante con ellos.

Esto se verá reflejado en una baja autoestima, una personalidad rígida, la búsqueda del perfeccionismo y la inseguridad al momento de tomar decisiones.

Las máscaras de las distintas heridas se utilizan como mecanismo de defensa, de supervivencia. 

La mascara de la herida de injusticia es la de la rigidez. Esta mascara intenta apartar los sentimientos, ya que estos sentimientos o emociones pueden llegar a ser muy dolorosos. Se genera una incapacidad de sentir.

Si deseas profundizar en las Heridas de la Infancia, te recomiendo ver los videos cargados en el Canal de Youtube de Tribu Yo Mujer, o realizar el Taller para «Sanar la Niña Interior» que ofrecemos en el área de Formación del Sitio.

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